Alguna vez leí un artículo que decía que los médicos podríamos sufrir una alteración génetica. Que no era normal querer sacrificar tantos años de nuestras vidas atrás de un libro, que nos gustara la sangre, que no nos molestaran los excrementos y que nuestro organismo se adaptara a dormir menos de lo normal. Me pareció un articulo interesante, pero este año que fui médico investigador (digase de escritorio y lejos de los malos olores y del estres) me di cuenta cuanto extrañaba: el desvelo junto a una paciente, mi pijama quirurgica, mis manos enguantadas y llenas de sangre, el estres de una lampara en mi cabeza en el quirófano. En fin, gracias al cielo que lo volví a hacer, es una sensación extraña, pero placentera. Ver nacer a dos chámacos en una misma noche, ayudar a dos madres a tener en sus brazos por primera vez a su hijo. Ser complice de la primera mirada de un padre a su hijo. Eso no se cambia, por nada.
Estoy en donde debo de estar, y estoy feliz. Mi corazón sigue extrañando a ese ser que no entiende esto, pero al final él no tiene esta mutación y no tiene por que entender.
viernes, 11 de julio de 2008
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3 comentarios:
es dificil tener el corazón dividido entre lo que quieres tener y lo que debes hacer...
en fin, decidimos estos caminos torcidos de Dios y ahora a apechugar...
un besito desde este lado del planeta
www.paquitaesunadiosa.blogspot.com
Uno sabe lo que decide y por qué.
No nos queda otra que disfrutar cada momento en donde estemos y con quien estemos ya que nosotros mismos lo hemos decidido y provocado así.
Saludos!
y ya cambiale el nombre al blog mi chava! que a mi me consta que ya no tas acá, snif snif
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